Ningún canon
ha conseguido
que las mujeres feas
dejen de desnudarse
en las ventanas.
Su piel de mimbre
(incluso)
se eriza con el vello
hacia la noche
(hay algo de Pavlov en todo esto).
Somos, quién sabe,
una gran fuerza
poderosa
que aguarda agazapada
y un día estallará
llena de senos.
Que no se extrañen
si sonreímos.
A veces los cánones
nos hacen gracia
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