domingo, 30 de agosto de 2009
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Desgarrar a cucharadas palabras de otros y no tener nada que decirse. Usar lo que te dicen, arrancar la fibra a los abrazos, caer flojo. No tener más músculos que los que sostienen una respiración básica, la de un suspiroo un orgasmo imitado, nunca el propio. No sabemos nosotrasel efecto de los hombres que arrastramoscolgando más que dos tetas. Balancean los hilos del tiempometiéndose en los motivos que más importan, en lo inmediatamente urgente, en lo inmediatamente amado hoy. Da más miedo que un fantasma, o un cuello en hora de Dráculala misma que de olvidar zapatos, y tener que dandar a cojas.
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