Hay que comer.
Comerse el aire comprimido,
comerse el cuerpo
sin parar en soledades.
Comerse un niño.
Volver a entender cómo funcionan los dientes,
inventar la rueda,
tirarnos por barrancos,
que se nos pegue la hierba.
Volver a entender cómo funcionan los estómagos,
fijar el precio a la salida,
que las noticias y la sangre nos sorprendan.
Recordar cómo digiere el alma
tanto dolor mordido.
Las lágrimas tienen muchos tamaños
y no hay tanta sequía en los desiertos,
la tierra no dibuja grietas,
el calor no nos pudre las heridas.
Aún podemos mojar la historia.
miércoles, 4 de abril de 2012
martes, 3 de abril de 2012
El impacto del suelo
Allí
donde se acaba el contador de las baterías
donde las pilas contaminan bosques
donde los bosques
golpean ventanas y dejan caer pájaros.
Allí
se guarda
la rabia de los hombres.
Y mientras,
los sofás repletos,
los bares repletos,
las tiendas repletas,
de existencias dobladas y apiladas.
Los tejidos pueden ser distintos
los telares haber desaparecido.
- nos tejen agujas desconocidas
y no creemos a los bancos y a sus iglesias -.
Pero el hombre,
único,
fornido en su ostentación de inteligencia
frente a otros animales,
se acomoda y pierde lo salvaje.
Se acomoda y pierde
el ángulo para observar el mundo.
Solo los que no son niños
están mirando crecer las piedras y las plantas.
donde se acaba el contador de las baterías
donde las pilas contaminan bosques
donde los bosques
golpean ventanas y dejan caer pájaros.
Allí
se guarda
la rabia de los hombres.
Y mientras,
los sofás repletos,
los bares repletos,
las tiendas repletas,
de existencias dobladas y apiladas.
Los tejidos pueden ser distintos
los telares haber desaparecido.
- nos tejen agujas desconocidas
y no creemos a los bancos y a sus iglesias -.
Pero el hombre,
único,
fornido en su ostentación de inteligencia
frente a otros animales,
se acomoda y pierde lo salvaje.
Se acomoda y pierde
el ángulo para observar el mundo.
Solo los que no son niños
están mirando crecer las piedras y las plantas.
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