ni la mueca de escucha del público ególatra,
ni los poetas de lata y cigarrillo.
Porque busco realidad,
al hombre generoso, que vive y nos transporta.
Busco la lágrima estilográfica,
la mancha de goma,
el árbol escrito que cobija pájaros
y a un señor de gabardina,
vestido por dentro de verdad.
Un cuerpo en su silencio,
que observa, desnudo,
tras lo que enseña.
Retira el hilo de su visillo.