tanto a mirar pared y techo por el encierro que me impongo,
he aprendido.
Y revuelvo el pelo,
coleta uniforme,
faena sin oreja ni pañuelo.
Y revuelvo árboles,
adelanto páginas,
quedándome en la máquina de sujetar pies.
A mirar, he aprendido,
a leer a vuelo raso
horizontes pautados en cuadernos,
a fingir ocupaciones, rellenar agendas,
responder preguntas para cuándo.
He aprendido a pensar en la otra mano de la partitura.
Porque yo no he escrito esta música que se me impone.
Y no entiendo de ritmos y no pretendo nada más
que librarme de la culpa de no llegar a ser
lo que puede contarse hablando.
Nadar un día y otro día, en la deriva de esta cabeza,
preguntándome en qué piensa la gente libre de sí misma.
3 comentarios:
Nadar un día y otro día, en la deriva de esta cabeza,
preguntándome en qué piensa la gente libre de sí misma.
¿Hay gente libre de sí misma?
No sé si envidiarlos, o sentir lástima de ellos.
Beso.
el amor, es el deseo de salir de uno mismo dijeron alguna vez...
abrazo!
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