Este poema apesta a pasado
apesta a bolsa de plástico.
Me llenas las manos de tu duelo,
físicamente basura.
Pides que me pidan tirarlo todo.
Siempre te gustó delegar la vida,
de la muerte te ocupas bien personalmente.
Es tu servicio de habitaciones,
le tout compris de no comprendo.
Con todo detalle destruyes
y arrastras
palos y ramas,
mujeres enamoradas.
Durante siglos cuecen eso maternal
que nos llena las tetas compasivas,
el regazo caliente al que volvéis.
Las mujeres libres rompen las recetas
cuajan corazones,
hacen duelo de humor y de manzanas
y comen fuera.
Podría quemarlo todo.
Podría quemar tu ciudad,
pero no tengo nada que demostrarte.
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