Suben y bajan cientos de franceses en el ascensor.
Lo sabe un señor economista.
Ella hace otro mundo en otro hueco habitado,
desconfía de la desgana territorial
y el éxito de público.
Ganadores de las pérdidas de otros,
eso no es victoria.
Es un ciego y otro ciego
llenando calles de huellas de cemento,
piso y cruzo,
¿Por qué me llevas en el baile
si eres sordo de música?
¿Por qué el ansia de calle
en tu ceguera concéntrica?
Repartes sangre a las mujeres.
Las mujeres que sabemos de abril y de la sangre,
mayo, junio y luna de 28 tardes,
del dolor,
el hijo perdido por la sangre,
el distrito, la pancarta,
saludo imberbe,
derrota de fuente.
Has ganado un metro de despacho,
bandera por detrás.
Has ganado unas tijeras para inaugurar
colecciones de despropósitos,
un manual de protocolo
y vida larga a hablar sin estar diciendo
lo urgente necesario.
Has ganado el sillón de nuestro desprecio.
Y sé que sabes
de la derrota humana
que supone la falta de verdad en tu sonrisa.
lunes, 23 de mayo de 2011
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