Soy la absurda heroína de mi drama cotidiano,
la bandera en el Everest y perder todos los dedos.
Sé salvar el triste bucle,
desarraigar el ancla del pez muerto,
cazado por cebo de mosca y vida de un sólo día.
Soy la socorrista de mi derrota.
La mano tendida tira el cuchillo de lágrima,
metal sin afilar, cuerno cortado,
torero bailarín de traje ridículo
y arena en las manoletinas.
Yo, la que se rinde en el duelo de espejos,
tira el revólver, pisa la hormiga.
Música de fondo.
Me suicido cada día y me resucito con palabras,
las mismas que me aniquilan el ánimo.
Yo me distraigo y me obligo a existir,
me obligo a seguir al borde de la cornisa frágil
que construye el pensamiento.
Soy la arena de mi propio fango,
la mano que me empuja al precipicio de un sólo escalón.
Y qué alto, qué alto parece el mundo
caracol de pasos rápidos,
hámster en su rueda,
y pista laberíntica de rata blanca.
Soy el punto de usted está aquí y Dios en todas partes.
Soy el punto de ninguna parte y Dios en todas partes.
2 comentarios:
es reconfortante, porque si no...
"Me suicido cada día y me resucito con palabras,
las mismas que me aniquilan el ánimo.
Yo me distraigo y me obligo a existir,
me obligo a seguir al borde de la cornisa frágil
que construye el pensamiento"
Yo también me obligo a existir.
Besos.
Gio.
Publicar un comentario