el termómetro de verano,
la antipatía que reflejo en las miradas,
frío buscar de otros fríos.
No sé de días o entretiempo.
Paseo las chaquetas,
discuto con madres, guantes y bufanda.
Llevo enrollado el aire inútil en los abrazos recibidos,
el aire espeso de mis actos inocentes.
Mercurio es un sube y baja de ilusiones,
despertar metálico numérico,
agua y plata insoluble,
líquido inodoro que conduce eléctrico.
Comer espejos y lámparas,
creer que cura comer espejos y muelas.
Explosión vaporizada que conduce eléctrico,
el dolor que ha sido y queda congelado
bajo todos los ceros que han restado fuerza
a mi hacer, a mi sonrisa.
Mercurio es la medida innecesaria
que le dice a la piel de calor o frío,
que le dice a la piel su sentir hoy.
Las mañanas no tragan plata.
Las mañanas reclaman autonomía y decisión de biblioteca;
las tardes merienda y gominola,
y las noches tu estar,
brisa infatigable de la media sonrisa que me completa.
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