sábado, 25 de septiembre de 2010

"Tu cuerpo es tu casa"

Rodeada de paredes pieles blancas

sustenta en cemento muros músculos.

Tres o más uñas mal mordidas

agrietan el estómago que se alimenta de sí mismo

en tierna desaparición de encías.

Mis dientes se están comiendo mi boca.

Los espejos devuelven el revés de grietas,

esa cara en que me reconoce gente,

que se pliega cuanto crece.

Las radiografías salen negras

de tanta grieta ya sin hueso.

Los órganos huidos por la historia,

cardenales en la historia.

Cuando te encontré, cuerpo mío,

eras alma de desguace.

Saltarte para encontrarme asustada en sus esquinas,

arañar paredes para romper cal y huesos,

y escapar.

Escapar un árbol de la savia o un brazo de la sangre,

es uno de esos imposibles impecables improbables

como correr sin pies y hablar sin manos.

No se puede abandonar un cuerpo que piensa por ti.

Ni tapón ni máscara para aislarlo en ruido.

Has recorrido mi cuerpo y no me has visto.

Has sonreído mi risa y no me has visto.

Entiendo tu dolor y tu queja

y desde el hueco azul del último golpe

empiezo a repararlo

con mi manejo profesional de la llave inglesa.

Estoy en mí, quería decir.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Extensión.

Una vez quisieron comprimirme, hacerme de bolsillo.
Ahora, estirada, podría dar la vuelta al barrio con los brazos.