sábado, 4 de junio de 2011

Contar con los dedos

El nombre que pronuncias se pasea por tus dientes.
Dudosamente acierta a recordar el blanco en tales ilusiones.
Acantilado de mis noches que no terminan de matar al ojo.
Mirar es un privilegio.
Amar es un privilegio,
romper pestañas y no poner cortina
a la censura demencial de la moderna jerarquía.
Lo frágil es ahora la roca, 
acumular algas, músculo y crustáceos. 
Parecer rompernos con la mirada del poder agudo. 
Y crecer ciempiés en cada trozo. 
Apartada burocracia de los amaneceres plenos,
el conteo de billetes alejando miradas y tardes poderosas, 
donde las reuniones consiguen reclutar espectadores 
y no participantes. 
Donde las reuniones dan palabra al ego y no a la palabra.
Es terreno de los huesos, 
saber ser todos, saber ser una voluntad,
arena instinto del hilo versátil
con el que fabrican armas marioneta.
Bailan solas hasta el borde de la lágrima.
Nada es autobiográfico, pasivo y solitario.
Se salta, se empaña,
se sustenta y vive una invención desesperada.
Las recoge el brazo, las palabras las recoge el brazo,
Nos sentamos a esperarlas en las plazas,
dormimos a esperarlas en las plazas.
Vaciamos el espacio que dejan las ideas
al volverse acción ilusionada. 
Dispersamos las leyes de los libros y los números
para resolverlas con la fuerza de unas manos. 


1 comentario:

Lidia dijo...

Silvia, no suelo comentarte, pero te leo de cerca. Me gusta muchísimo tu forma de expresarte, fuera poema o fuera lo que fuera. Me gusta tu lenguaje personal y me toca.

Te mando un beso grande.